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El camino de una autodidacta: Rompiendo barreras

Desde pequeña, sabía que el mundo del estudio tradicional no era para mí. Mientras otros niños parecían encajar perfectamente en el sistema escolar, yo me sentía atrapada en un laberinto de palabras y números que se resistían a ser comprendidos. No era falta de ganas, era como si mi mente hablara un idioma distinto al que los libros intentaban enseñarme. Con el tiempo, descubrí que tenía lateralidad cruzada, una condición que afectaba mi capacidad de aprendizaje de manera convencional. Pero lejos de rendirme, aprendí a caminar mi propio camino. A lo largo de mi vida, muchas veces escuché que sin buenos estudios no llegaría lejos. Sin embargo, mi determinación siempre fue más fuerte que cualquier barrera impuesta por los demás. En lugar de seguir los métodos tradicionales, me convertí en autodidacta. Aprendí a aprender a mi manera, con mis propios tiempos y estrategias. No me dejé vencer por los comentarios o las dificultades; en cambio, convertí cada obstáculo en una oportunidad para demostrarme a mí misma que podía lograrlo. Con trabajo duro, constancia y una gran dosis de creatividad, fui alcanzando mis metas una a una. Me propuse objetivos claros y fui tras ellos sin dudar. No importaba cuántas veces tuviera que intentar algo antes de conseguirlo; lo que realmente valía era que nunca me rendía. Poco a poco, construí mi propio camino hasta llegar al trabajo de mis sueños, ese en el que me siento plena y realizada. Hoy, al mirar atrás, no veo dificultades ni limitaciones, sino una historia de perseverancia, pasión y esfuerzo. Cada reto superado me ha enseñado que no hay un solo camino hacia el éxito, sino tantos como personas en el mundo. Mi historia es la prueba de que, cuando uno cree en sí mismo y lucha por sus sueños, no hay barrera que pueda detenerlo. Ser autodidacta no fue una opción, sino mi mejor herramienta para conquistar la vida.